La clonación de humanos se trata de la creación de una copia genéticamente idéntica de una persona, aunque en su momento esta posibilidad causó mucha especulación y polémica, desde el inicio del siglo XX, fue a partir de la década de 1960 que tanto los legisladores como los científicos comenzaron a tomarse en serio este tema.
El genetista ganador de un Premio Nobel Joshua Lederberg fue el primero en abogar por la ingeniería genética y la clonación en unos artículos publicados en 1966 y 1967, sin embargo, fue en 1996 cuando se llevó a cabo con éxito la clonación de la oveja Dolly, a través de la Transferencia Nuclear de Células Somáticas, lo que causó que se encendieran las alarmas y algunos organismos y países tomaron acciones legales.
El 12 de enero de 1998, 19 países entre los que se encontraba España, desarrollaron un protocolo del Consejo de Europa prohibiendo claramente la clonación de humanos por medio de la técnica de clonación. El protocolo prohibía la clonación de un ser humano vivo o muerto, sin importar la técnica que se utilizara.
Los países firmantes de este protocolo fueron España, Dinamarca, Estonia, Francia, Finlandia, Islandia, Grecia, Letonia, Italia, Moldavia, Luxemburgo, Noruega, Portugal, San Marino, Rumanía, Eslovenia, Suecia, Turquía y Macedonia; Alemania no se sumó al protocolo, porque posteriormente a los experimentos genéticos de los nazi, ya contaban con su propia legislación en esta materia y tenía aún más restricciones que las del protocolo europeo.
Fue este protocolo el que puso fin a la clonación de humanos no sólo en Europa sino a nivel mundial.