Entre algunas de las discusiones que se han planteado en torno a la religión cristiana, sin lugar a dudas los comentarios que abogan por una especie de actualización de los 10 mandamientos, se han hecho notar durante el último tiempo, pero al respecto hay quienes han respondido que quizá lo más apropiado sería ratificarlos.
Esta discusión ha tomado una importancia cada vez más relevante, como consecuencia de los distintos tipos de investigación que se adelantan en la actualidad en relación con el cuerpo humano, la contaminación del medio ambiente, el trato hacia los animales, etc.
Además de lo anterior, no hay que pasar por alto que los diez mandamientos cuentan con más de 3500 años, una razón más que válido para que por lo menos se tenga en cuenta esta clase de propuesta como una alternativa válida para pensar de nuevo las leyes de Dios.
¿Qué dice la Biblia sobre los 10 mandamientos?
Hay que empezar por mencionar que el propio Jesucristo mencionó que él no había venido a la tierra para abrogar la ley o los profetas, en ese sentido no sólo no anuló los 10 mandamientos, sino que se dedicó a enseñar cómo sería su aplicación de una manera profunda y espiritual.
Por otro lado, también Jesús indicó que los 10 mandamientos se podrían resumir con el vivir de acuerdo con las leyes del amor, ya que éste es el primer y más grande mandamiento. En ese orden de ideas, el segundo que se le asemeja es amar al prójimo como a ti mismo.
En otras palabras, gracias a las enseñanzas de Jesucristo, se puede comprender que el por depósito a nivel espiritual de los diez mandamientos consiste en amar a Dios y a los semejantes, nosotros mismos.
Los mandamientos no son gravosos
Ahora bien, de acuerdo con los comentarios de algunas personas, existen quienes consideran que obedecer la ley de Dios implica que se viva bajo una cierta forma de esclavitud, ya que de acuerdo con su perspectiva, se trata de una carta que fue asignada por el propio Dios, pese a que también los libertó por medio de Jesucristo.
De todos modos, esta perspectiva olvida que la Biblia revela con claridad que hay una perfecta, eterna y espiritual bondad en la ley de Dios, más que nada porque se encuentra basada en la libertad. No hay que pasar por alto el libre albedrío que se nos otorgó.